Yo soy de los que creen que cualquier ser humano tiene el derecho a decir «hasta aquí llegamos», precipitado por un estado de salud irreparable. Y que la prohibición de la eutanasia son meros vestigios religiosos que deberían ser superados. ¿Por qué continuar si las condiciones que hacen la vida son escasas e indignas?
La cuestión llevada a un tema más modesto, cercano, —pueril, si se quiere— pero no menos importante, es la que denomino la eutanasia computacional, esto es, el derecho a renunciar a los lenguajes de programación, al desarrollo de software, a ir a eventos de tecnologías, a seguir a influencers que suben el mismo contenido una y otra vez, a tener instalados IDE en su computador, en fin, a renunciar a la computación.
Un mal estado de salud produce estrago y deterioro en nuestro estado físico, cosas que antes podíamos hacer ya no se pueden, algunos podrán mantener la lucidez, pero no es algo seguro para todos; lo mismo ocurre con los que deciden renunciar a la computación, aburridos del deterioro mental que conlleva pasar largas horas programando, o abrumados por el sin cesar de nuevas tecnologías que emergen, se plantean «¿Puedo renunciar a esto cuando ya estoy embarcado?».
Yo opino que sí. Evidentemente, todas las decisiones implican consecuencias. Algunas son a veces nocivas para la propia persona, pero una vida sin riesgos es como esperar a vivir sin intentar vivir. Es claro que esto presupone un miedo.
«Quien teme a la muerte es porque también teme a la vida» comentaba Salvador Pániker en unas de sus últimas entrevistas antes de que la Muerte lo atrapara. Pero la Muerte no es una mera ausencia de vida, hay otras muertes que se logran en vida, la muerte profesional es una de ellas, dejar una profesión para comenzar otra no es algo tan extraño como muchos piensan. Hay que hacer el respectivo luto profesional y continuar, teniendo en cuenta sus pérdidas y posibles beneficios. Una apuesta al fin de cuentas.
En una época dominada por los miedos que produce la Inteligencia Artificial no es extraño plantearse no sólo el renunciar a su trabajo, que es algo recomendable si se busca mejores oportunidades laborales, sino la renuncia a su profesión.
Despertarse un día, mirar a su computador… y tener el derecho a decir «Ya no quiero compilar nada más».
Que alguien llegue a esa decisión no solamente es digno de respeto, sino digno de asistencia.
Que importante es detectar el momento exacto para realizar esta acción. Ya que puedes sucumbir en un estado sin respuestas sobre tu actual labor.
Siempre con fe y pelear con los miedos para afrontar esos nuevos desafíos.