Confucio, filósofo chino, decía «Podemos aprender la sabiduría por tres métodos: primero, por la reflexión, que es el más noble; segundo, por la imitación, que es el más fácil; y tercero por la experiencia, que es el más difícil», algunos sabios de nuestro tiempo, que, en su tiempo libre escriben código, se han tomado tan en serio esta frase que interpretan la experiencia como la única voz posible, la más amarga, algo así como la condena de Sísifo, pensando —erradamente— que es suficiente. Ojalá así fuera.
Cuando llevas muchos años construyendo sistemas computacionales, y además cuentas con la oportunidad de trabajar en grandes proyectos, de gran alcance y con muchos clientes e impacto, eres proclive a caer en el sesgo del programador experto-ingenuo. Este sesgo se define como «dado que tengo experiencia en trabajos muy buenos (según la opinión del resto), ya conozco la verdad pues mi conocimiento es suficiente».
Si trabajas en un sistema distribuido con millones de consultas por minuto, cientos de usuarios conectados al mismo tiempo, decenas de modelos de aprendizaje automático, y una no menos importante cantidad de APIs, da a este tipo de personas el derecho suficiente para apelar a la experiencia personal para poder fiarse de otro evento similar.
Si otra empresa cuenta con un sistema equivalente se podría dar por hecho que ya puedo dar consejos sobre cómo debería funcionar, o algunos más clarividentes, sobre qué le pasará en el futuro. Y no es que la experiencia no sirva, claro que no, es otra cuestión: no es siempre reproducible a otro ámbito aunque técnicamente sean aplicaciones análogas.
Un sistema lo construyen personas. Cada empresa tiene una cultura diferente de actuar, de trabajar, de alcanzar sus objetivos, de establecer una mentalidad, es como un sistema orgánico. Lo que funciona en un lugar no se puede llegar y traspasar a otro. El fracaso que aconteció en tal ocasión según un conjunto de acciones no asegura otro fracaso en igualdad de condiciones. Porque no vemos todo lo que está en juego. El factor humano es importantísimo.
Puede que la experiencia sea importante, sin embargo, eso no quiere decir por ningún motivo que lo que funcionó y aprendiste en un lugar sea suficiente para prever que ocurrirá lo mismo en otras circunstancias. Sobre todo cuando hablamos de sistemas y no de un pequeño programa sin grandes pretenciones.
Buenas prácticas de cómo escribir código, diseño de patrones, estandarización, documentación, diseño de arquitectura, trabajo en equipo, pueden ser cuestiones que son reproducibles gracias a la experiencia, pero reproducir un producto, es algo mayor. (Incluso el azar juega un rol.)
Como decía Confucio: no hay que olvidarse del camino más noble para alcanzar la sabiduría: la reflexión.
El camino difícil no es el único camino.
Confucio nos dejó con grandes pensamientos pero no todo lo que reluce es oro y hay que tener mucho cuidado de no profundizar lo suficiente en cada uno de esos pensamientos. Sobre todo, de no conseguir una confirmación externa. Me explico.
"Podemos aprender la sabiduría por tres métodos: primero, por la reflexión, que es el más noble; segundo, por la imitación, que es el más fácil; y tercero por la experiencia, que es el más difícil"
Si aceptamos la Teoría de la Reminiscencia de Platón, no aprendemos solo vamos descubriendo el conocimiento que ya tenemos dentro, entonces sí, te puedo garantizar que reflexionar es el camino único para conseguir la sabiduría. Encerrarte en ti mismo y ahondar en el conocimiento hasta que quede todo descubierto, todo nuestro conocimiento. Ya que no es posible obtener nada que no estuviese ya ahí.
Sin embargo, me temo que Platón en ese aspecto falló y lo que sabemos hoy en día es que encerrarte en ti mismo solo hace que se refuercen tus sesgos y se distorsione la percepción de la realidad. Un diálogo interno sirve para cuando se tiene mucho conocimiento, poder realizar el trabajo de desemarañar ese conocimiento de modo que puedas obtener algo útil y si por el camino, en esos nexos establecidos encuentras lagunas y teorías nuevas, tendrás algo que compartir.
Confucio alude a la imitación y bueno, es institnivo, nos viene dado y lo hacemos sin más. De hecho, con el surgimiento de las RRSS es lo que más podemos ver hoy en día. Una persona hace algo que llama la atención de un gran número de personas y de inmediato surgen miles de imitadores intentando conseguir ese mismo resultado.
Igualmente, cuando se entra a trabajar en una empresa o se comienza a estudiar una doctrina, se pide al recién llegado trabajo mecánico y reproducible, algo simple pero que vaya sembrando la semilla de buenos hábitos. Termina teniendo un impacto positivo cuando la persona aprehende esa mecánica, la optimiza y la enseña a su vez a otros.
Por último, queda la experiencia. Creo que es un menosprecio y una reducción decir que la experiencia son solo años. Como decía un amigo en respuesta a un compañero que llevaba años en una empresa: "tú no tienes experiencia, tienes un año repetido durante 10".
Para mi la experiencia es mucho más compleja porque no se basa en un camino marcado. Es un constante de ir del punto A al punto B sin mapa. Teniendo que enfrentarse a un camino que no siempre se conoce. En ese camino, lo que hayas aprendido de otros viajes y lo que sepas por ti mismo es crucial. ¡Ojo! El trabajo diario NO enseña, el trabajo diario puede ser salvado de muchas y diferentes formas, hay quienes no aprenden nada y su experiencia la basan en solicitar que otros les resuelvan el problema. Quienes han conseguido enfrentar dificultades y han estudiado y obtenido mejores formas de afrontarlas son los que realmente sacan un aprendizaje de esa experiencia.
¿Entonces te estoy dando la razón? En parte sí. Es decir, tal y como dices, hay quien enarbola su "experiencia" como ente suficiente para ser conocedor de todo lo que puede hacerse y lo que no. Mientras que son solo personas temerosas, guiadas desde un inicio y que se han mantenido en el camino pavimentado y seguro y que cuando el camino no se vea tan claro serán los primeros en echarse a un margen del camino y gritar, patalear y gimotear. Esa experiencia es la mala. La que no sirve para nada. La que te hace ser un "junior" eterno porque no eres capaz de guiar a nadie a ningún sitio.
La experiencia sin embargo tiene muchos más colores, como dije es más compleja. Hay quienes aprendieron a basa de perderse por los caminos e incluso ver cómo sus empresas se hundían una y otra vez. Han experimentado pocos éxitos y no sabrían decirte una receta para el éxito, porque han estado tantas veces ahí que saben que no hay nada que lo garantice. Al igual que te pueden decir que no es lo mismo programar que diseñar un sistema, que diseñar un producto o que realizar un diseño de UX o UI. Entienden mejor sus limitaciones y dirán con precisión lo que saben y reconocerán lo que no saben.
Si encuentras a alguien que diga que tiene mucha experiencia, que conoce todos los detalles de la empresa y es capaz de estimar incluso las tareas y diseñar no solo el sistema sino también el producto y la usabilidad del mismo, no tienes un tarotista, tienes a un charlatán.