Cada anuncio de una nueva tecnología trae consigo ventajas y nuevas formas de automatizar tareas. También arrastran un séquito de fanáticos que carecen de pensamiento crítico y prevén que todo será maravilloso, «un esplendoroso futuro»; otros, más conservadores, llevan la bandera de qué todo lo nuevo es una amenaza y que, al final, terminará socavando nuestra sociedad, «el pasado siempre fue mejor». Ambos extremos parecen irreconciliables. ChatGPT los ponen una vez más en frente, como lo fue la llegada del móvil, de Internet, del computador personal, de la televisión, de la radio, de los coches, de la ampolleta, hasta las primeras herramientas que nos permitieron hacer fuego. La tecnología es parte del ser humano.
Al final, una tecnología que demuestra ser útil se termina imponiendo. No importan los intentos de prohibición, o los centenares de libros que la critiquen, o de todos los recursos a disposición de difamarla, o de los inadaptados que pululan en Twitter —u otras redes sociales— dispuestos a menospreciarla.
Sin embargo, no toda nueva tecnología reemplaza a otra y le pone una lápida. Un ejemplo fue la llegada del libro electrónico, hace años vienen augurando la desaparición del libro en papel, «¡ahora sí va a morir!», y como usted sabe, eso aún no ocurre, y es probable que nunca ocurra, más bien, lo electrónico —en este caso— es una alternativa a lo tradicional, no un reemplazo. Acaso porque el libro no solo es una fuente de trasmisión de conocimiento, sino un objeto entrañable; tocarlo, mirarlo, incluso olerlo, entrega una experiencia más allá de la mera lectura. Lo que con claridad expresó Umberto Eco:
Los libros son esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la cuchara o la tijera.
ChatGPT no nos dice nada sobre el lenguaje natural ni sobre el funcionamiento del cerebro humano. ¿Cómo el lenguaje se desarrolla en nuestro cerebro? Es una pregunta abierta, aun cuando sepamos crear aplicaciones de Inteligencia Artificial (IA) que superen a maestros de Ajedrez, o puedan en segundos reconocer el rostro de una persona en un video, o puedan generar imágenes realistas que impresionarían a una persona carente de arte, o —al caso que nos compete— generar texto que lo hace bastante mejor que una persona promedio.
La IA a día de hoy es específica. El cerebro humano es todo lo contrario: busca crear conexión entre diversos temas para darle sentido a nuestro mundo. Es una «máquina» generalista. Si hoy aprendo música, mañana matemáticas, y en otro momento un poco de negocio, quizá en el futuro podría emprender un producto que combine todas esas áreas. El cerebro está diseñado para crear conexiones en temáticas que a priori parecen disimiles. ¿Cómo le enseñamos eso a una máquina?
Los sistemas numéricos probabilistas —como ChatGPT— que hacen uso de enormes cantidades de datos son útiles para descubrir información sobre lo conocido, nunca sobre lo desconocido. Estos plantean una ayuda, si lo vemos más como asistentes que como amenazas.
Aquí les dejo algunas consideraciones para usar ChatGPT:
Úselo como editor. No use ChatGPT para que simplemente le escriba lo que quiere, sino que mejore lo que escribe. En cuestiones que te podría llevar más tiempo percatarte. Por ejemplo, preguntar: «¿Qué te parece este texto “…”?», «¿Encuentras algún error gramatical en este texto “…”?», «¿Te parece correcto el orden de las ideas que expreso en este texto “…”?».
Úselo para generar ideas (por contraste). Si tienes una idea para escribir sobre un tema, dile a ChatGPT que te escriba un ensayo, entonces lo que te responda significa que es lo conocido, lo probable, sería una alerta de que podrías intentar ir en otra dirección. Esto podría ayudar a los escritores a ser más creativos.
Úselo para dar orden. A veces es normal tener un caos de ideas que viven sueltas en nuestra cabeza. Preguntarle a ChatGPT sobre cómo podría ayudarnos a dar orden a estas ideas, sería quizá una excelente manera para desenredar confusiones que tengamos.
ChatGPT podría ser empleado como un asistente, no como un colega en el plagio, ni como algo que nos haga las tareas, ni como un sustituto del pensamiento, sino como una fuente de orden y claridad y estímulo a la creatividad, aunque este no sepa nada de nosotros ni de cómo funcionamos.
Excelente post!!