«He realizado un enorme esfuerzo escribiendo dos artículos, tengo una idea: ¿Por qué mejor no me donan su dinero para seguir escribiendo?, seré claro: ¡Vine por mi recompensa!» Así comienza el reclamo de muchos que, ensimismados en sí mismo, van por la vida hablando de altruismo, de generosidad, o incluso de solidaridad, pero antes de hacer un gran esfuerzo buscan recompensas, meros piratas del Internet bajo pago ¡Uf!, simples asaltantes sin ideas ¡Chan!, malhechores que primero muestran su cuchillo antes de abrir la boca ¡Bua, bua!; «hágame caso: págueme y luego produzco» es su consigna y su última esperanza.
Mire usted, me tienen aburrido los que al poco compartir algo gratis ya están esperando un pago. ¿El amor al conocimiento? Nada. ¿Una forma genuina y desinteresa de crear contenido? Menos. Son fáciles de detectar: un capítulo escrito y ya esperan un pago; un artículo escrito y ya quieren subscritores de pago; tres pódcast grabados y ya están molestos por no recibir transferencias en sus cuentas bancarias. En fin. Los ejemplos sobran.
Aun cuando estos personajes sobrevaloran sus capacidades —y sus esfuerzos— nunca logran su objetivo: embaucar a los demás. Porque no entienden cómo funciona el mundo real, una sutil ingenuidad los rodea. Y aunque fueran la reencarnación del mismísimo Alan Turing, nadie, en su sano juicio, les daría algo sin mostrar algo original y abundante previamente.
Mi hipótesis sobre este tema es la siguiente: son personas que miran mucho a los demás. En especial a los que ganan dinero produciendo contenido. Entiéndase por Youtuber —en nuestro caso, de programación o tecnología—, pero, a pesar de que he criticado a estos últimos en alguna ocasión, hay que reconocerles algo que los primeros carecen: producen de manera copiosa y con una buena producción. Es verdad: algunos producen mucha repetición y mucho clickbait. Es cierto, pero producir bastante —desde siempre— ha servido. Y las personas sólo pagan cuando has producido mucho contenido gratis y de cierta calidad, sobre todo, cuando ya te conocen lo suficiente, pues la presencia recurrente genera confianza. Y la confianza a largo plazo genera dinero.
Tener una postura afable para el esfuerzo desinteresado, que mira más el camino que la meta, es algo valioso para todo creador de contenido. Los que viven pensado más en la recompensa que en compartir calidad se distraen y pierden el foco final: ayudar a los demás.
En suma, a mis «amigos», los falsos profetas del altruismo, solo les puedo dejar una cita como un último consejo no solicitado:
La satisfacción radica en el esfuerzo, no en el logro. El esfuerzo total es la victoria total.
Mahatma Gandhi
¡Un gran artículo! Me gusta pensar que el equilibrio está en el punto medio: dar contenido sin esperar nada a cambio, pero animar y facilitar las donaciones. No debemos ignorar que hay una responsabilidad por parte del lector, o el consumidor del producto, de mantener/agradecer/ayudar al creador. Mantener una posición de agujero negro de cultura es insostenible. Un saludo