Todos somos idiotas según con quién nos comparemos, esto lo explicó muy bien Maxime Rovere en su libro ¿Qué hacemos con los idiotas?: Para no ser uno de ellos. Lo mismo ocurre con el anglicismo, senior. Ahora todos quieren ser senior, por estatus, por prestigio, o por vanidad personal. Algunos en su delirio han llegado a afirmar «no importa ganar poco [dinero], mientras me digan senior». En ese camino hacia la locura podemos prever que si nos comparamos con alguien que no sabe hacer ni un «¡Hola, Mundo!» —en Python— entonces somos senior con respecto a tal desdichado. Esto es verdad. Otro desdichado, pero con ínfulas de superioridad, podría advertir «“Senior” depende de la empresa que te contrate, si ellos te dicen que eres senior, pues ¡eres senior!» y con eso creen haber resuelto el problema, sin embargo, esta cuestión que parece un tema menor, de solo categorización, estriba en un problema mayor, epistemológico, ¿cómo saber que sabemos?
Ya no se puede ir a un evento de tecnología sin toparse con un senior. Uno los puede reconocer porque debajo de su nombre dice «Experto». En otros casos, aún más alarmantes, encontramos la frase «Experto de la vida», ya sabemos que la experiencia cuenta, no importa qué tipo de experiencia si usted demuestra sus años en el fango del código.
Así que para algunos ser «senior» significa años de experiencia laboral, esto, por supuesto, es absurdo por donde se la mire. Hay personas que llevan 20 años en una misma empresa lanzando las mismas líneas de código con una herramienta —sí, exacto, me refiero a Java; otro, aún más canalla, diría COBOL— sin tomar nunca otra responsabilidad. Este no sería un senior.
Otro posible «senior» es aquel que es asignado por un superior. Es decir, si en mi contrato dice que soy «astronauta», pues «¡soy astronauta!», esto, de igual forma que la clasificación por años de experiencia laboral, carece de sentido. La realidad no es una construcción social como muchos filósofos franceses nos han querido hacer creer. Es algo que se debería verificar si lo que intentamos hacer es algo relacionado con la práctica.
Volviendo al concepto de «experto». Este sucedáneo de senior, es el principal candidato para ser considerado un «senior de verdad», alguien que no solo domina una herramienta (o varias herramientas) y el negocio de la empresa, sino que también conoce los entresijos de los sistemas internos, porque ha trabajado en ellos durante años, proporcionando respuestas a distintos problemas —de distinta y mayor dificultad—. Pero este «senior» es más un especialista en el negocio de la empresa, alguien que se ha adaptado a su funcionamiento más que un senior en el sentido que yo lo entiendo.
Así, pues, para mi senior no significa experto. El experto es algo acotado, local, particular a un ámbito: ya sea de herramientas o de negocio. Por otro lado, senior es amplio, general y flexible a múltiples herramientas y negocios.
Desde un punto de vista epistemológico, la categoría de senior encierra el problema del conocimiento, ¿cuándo podemos afirmar que sabemos sobre informática? Pues la flexibilidad para adaptarse a distintas herramientas y negocios entraña el problema de qué debemos conocer.
En informática, de manera implícita, a un senior se le debería exigir conocimiento en Lenguajes de Programación, Sistemas Operativos, Base de Datos, Inteligencia Artificial, Ingeniería de Software, Sistemas Distribuidos, entre otras; o sea, sobre computación, una combinación entre la teoría y la práctica; así, acaso una pista puede venir de la comprobación de parte de tus pares.
Además de dicha comprobación —común en la ciencia—, hay otras que no entraré a detallar aquí, pero que, el punto central reside en que el senior —en mis términos— es en parte un generalista. Digo en «en parte» porque el conocimiento del negocio y la pericia no es algo despreciable. Un generalista es más amplio que un especialista (experto), no contrario, sino una posibilidad del especialista.
En suma, un sénior —con tilde— es alguien que ha podido demostrar su amplitud de conocimientos en informática, no obstante, esa clasificación no corresponde a una empresa ni a una única variable (como los años de experiencia), es más complicado que ello, por la verificación que detrás esconde.
Yo añadiría que un generalista/senior suele sufrir del síndrome del impostor: pese al background teórico y práctico, cada proyecto nuevo es eso: nuevo.
Te encuentras con escenarios tecnológicos nuevos a los que debes adaptarte, necesidades nuevas que nunca has tratado, ... vuelves a experimentar todo el proceso (formación, adquisición de visión global, adquisición de visión detallada, ...).
La edad te permite aceptar el coste de ese proceso de adaptación y también, es curioso, a detectar que muchos "expertos" con los que convives son solo martillos que solo ven clavos...
De hecho, suelo desconfiar de quien no sufre de ese síndrome: es un síntoma de que no está acostumbrado a la adaptación ni siente la necesidad de profundizar.
Entre "impostores" nos entendemos :-)
Muy buen post. Lamentablemente, muchas veces profesionales con potencial para producir tecnología deben convertirse en usuarios de productos y plataformas generadas en el hemisferio norte. Esto ocurre por ejemplo en Latino América. Los temas que mencionas se encuentran en los cimientos de la computación, y creo se llegan a realmente dominar cuando diseñas y desarrollas software de base. En definitiva el volumen de perfiles senior auténticos quizás esté correlacionado con la cantidad y calidad de las oportunidades que el mercado ofrece.