¿«Buenas prácticas»?
«Las buenas prácticas del desarrollo de software —comienza el discurso del “mesías” de turno— son las siguientes …» Y ya con eso parece que las «prácticas» se conocen; «¡ah! Ya sé lo que viene ahora» dicen los que esperan una reafirmación de sus creencias; aunque, que estas sean «buenas», es sospechosamente dudoso.
Las palabras significan nuestro mundo. No es lo mismo decir «buenas prácticas» que «sugerir», menos «considerar». Con «sugerir» me juego la piel en cierta manera, soy también responsable de la sugerencia que doy. El caso de «considerar» es más individual, es una reflexión que puede ser tomada o no en cuenta. Y «buenas prácticas» ya da por hecho algo, se asume que es sabido y que ahora —como un cura en una misa dominical— es revelado a sus feligreses.
Las tres están relacionadas, pero difieren en el grado de compromiso con su interlocutor. Esto lo vemos, cada día, cuando aparece un Youtuber o influencer usando palabras como «los mejores son …», «lo que no debes hacer es …», y la acusada en esta ocasión: «buenas prácticas». No se percatan que se están comprometiendo con algo que es probablemente falso. Pero los likes, los seguidores, no pueden esperar: nunca pueden esperar.
El uso de las palabras puede crear un compromiso implícito, y el compromiso está ligado con la verificación de lo que se afirma. Si, por ejemplo, alguien dice, «el mejor lenguaje de programación para aprender el 20XX es Python» se asume entonces que dicha persona tiene datos que respalden tal afirmación —que por lo demás nunca es precisa, pues los rankings dependen de los países en donde se evalúan—. No obstante, esta práctica de ser el consejero personal rara vez va ligado con un compromiso con el oyente. Así como el que tira la piedra y esconde la mano, se escabulle —con una proeza que incluso podría ser envidiable si se planteara trabajar en un circo— y lanza «buenas prácticas» como algo indirecto, que le caiga a cualquiera, «que ellos vean si les sirve o no, ahora me voy». Luego, por supuesto, vemos un letrero que dice «no se aceptan reclamos ni devoluciones».
Darse un paseo por Internet es darse cuenta del uso descuidado de las palabras. Más aún en informáticos que no son sinónimo de precisión, ni en sus escritos, ni en sus palabras. Peor es cuando nos percatamos que no existe un empeño en acompañar al aconsejado.
Así, pues, si alguien quiere dar consejos,
dar las buenas prácticas, dar la buena nueva, o sugerir cambios de rumbo en a vida de los demás, no basta anunciarlas sino coraje para jugarse juntos la piel.Cabe señalar que yo también suelo dar consejos y usar el «buenas prácticas», mas no me escondo en ellas: las sostengo y argumento por qué se deberían considerar. (Todavía no he recibido insultos, asumo, entonces que todo va bien en sus vidas, ¿no? Ante la duda: siempre tiene mi email: camilochs at gmail dot com).
El artículo refleja de forma atinada la situación actual respecto a este fenómeno.
Creo que es un error generalizar las buenas prácticas ya que dependen mucho del contexto y la moda del momento. Una buena práctica cuya adopción resultó ser exitosa para uno, puede significar una camisa de fuerza para otro.
Durante mediados de los '90 el libro "Design Patterns" de Gamma representaba la biblia de las buenas prácticas, enarbolando el paradigma de la POO cómo la elección obvia respecto al enfoque de la solución. Tengo que confesar que era mi referencia preferida (no había muchas opciones tampoco). Con el tiempo, al ingresar en el universo de la programación funcional, gran parte de lo que consideraba "verdades" fueron derribadas sistemáticamente. Me di cuenta que muchos de los patrones de diseño no tenían el menor sentido en dicho paradigma. Esto no quiere decir que he dejado de utilizar POO y sus patrones de diseño. Simplemente que, dependiendo del lenguaje y su paradigma en el cual estoy operando, trato de elegir lo más conveniente, haciendo lo posible para evitar introducir complejidad innecesaria.
Este tipo de procesos como también su resultado está lleno de matices, por lo tanto difícilmente atraería a público masivo en la búsqueda de la "bala de plata" que todos sabemos no existe.
Camilo, cando hablas de "Jugarse la piel", ¿lo haces por haber leído el libro de Nassim Nicholas Taleb "Jugarse la piel: Asimetrías ocultas en la vida cotidiana"? https://www.amazon.es/Jugarse-piel-Asimetr%C3%ADas-cotidiana-Contextos/dp/8449335426